A palidez do dia é levemente dourada.
O sol de inverno faz luzir como orvalho as curvas
Dos troncos de ramos Secos.
O frio leve treme.
Desterrado da pátria antiqüÃssima da minha crença,
Consolado só por pensar nos deuses,
Aqueço-me trêmulo
A outro sol do que este.
O sol que havia sobre o Parténon e a Acrópole
O que alumiava os passos lentos e graves
De Aristóteles falando.
Mas Epicuro melhor
Me fala, com a sua cariciosa voz terrestre
Tendo para os deuses uma atitude também de deus,
Sereno e vendo a vida
À distância a que está.
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La palidez del dÃa es lévemente dorada.
El sol de invierno hace lucir como rocÃo las curvas
De los troncos de ramas Secas.
El frÃo leve estremece.
Desterrado de la patria antiquÃsima de mi creencia,
Consolado sólo por pensar en los dioses,
Me enfrÃo trémulo
Bajo otro sol diferente.
El sol que estaba sobre el Partenón y la Acrópolis
El que iluminaba los pasos lentos y graves
De Aristóteles hablando.
Pero Epicuro mejor
Me habla, con su cariciosa voz terrestre
Teniendo hacia los dioses una actitud también de dios,
Sereno y viendo la vida
A la distancia a la que está.
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